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Imágenes románticas con frases de Amor para dedicar a mi novio, novia o pareja

¿Es lo mismo sentir el amor que la realidad del amor? En parte sí y en parte no. Si nos quedamos en lo meramente individual posiblemente sintamos el amor y también sea una realidad. La cuestión, sin embargo, se complejiza cuando todo es inter-subjetivo y esta clase de afecto en definitiva es eso. Ahí podemos sentir mucho pero demostrar poco o no de la precisa forma en la que anhela el otro, llegando a discordancias muy fuertes. Por eso, para ayudar que eso no pase, te presentamos imágenes románticas con frases de amor para dedicar a mi novio, novia o pareja.

 

Imágenes con frases románticas para compartir

Vivir el amor y, sobre todo, disfrutarlo. No porque no pueda tener altibajos, momentos tristes o cotidianidades pesadas, sino porque, simplemente, la balanza siempre termina inclinándose ante lo mejor.

Encontrar a una persona dentro de tantas en el mundo, seleccionar una sonrisas entre un cúmulo innumerable, elegir esos abrazos, besos y vivencias debe ser un compromiso que se renueve siempre.

Hay una voluntad en el amor de hacer las cosas bien. Incluso en los malos momentos se busca, como puede anunciarse, una solución. Cuando este conato o intento desaparece, ya no estamos hablando de amor.

La piel se eriza, en el estómago eclosionan mariposas, los deseos y proyectos vuelan; todo eso pasa y es mucho cuando ocurre, naturalmente.


Un te amo no es una frase que se puede resbalar, casi como alguien que no quiere o que se anuncie con indiferencia. A ciertos vocablos se le pone el cuerpo, las ganas; el amor es eso. Al fin y al cabo, para que no sea una quimera tiene que ser algo un tanto anatómico y material.

El amor se multiplica, crece cuando se divide, tiene una matemática totalmente irracional. En realidad no son números: es una energía, una Diosa primordial para los antiguos, una fuerza que puede unir pese a las máximas distancias.

 

La balanza siempre se inclina hacia lo bueno. Y esto no quiere decir que omitamos lo malo o lo desdeñemos peligrosamente. El amor es celestial y humano, tienes sus claros y oscuros; pero así es la vida.

 

Cástor y Pólux eran hermanos. Uno hijo de una divinidad; el otro de un humano ¿Tanta distancia? No, por el cariño, ya que decidieron compartir todo. Les dicen los claroscuros, porque precisamente viven mitad de su vida como deidades y la otra como simples mortales. El amor tiene esos rasgos.

Compartir nuestras luces, pero también las sombras; que conozcan el infierno y también el cielo que poseemos. El amor debe ser sincero, claro, transparente y no traslúcido. Lo último enceguece y no deja ver; con lo otro cualquier cosa se hace diáfana.

 

Sentimos con el corazón, el cuerpo o con la mente, poco importa la poesía en estas cuestiones. Lo sustantivo es estar seguros de lo que pasa y sabernos responsables para afrontarlo. Responsable por lo propio; responsable por lo ajeno.

Las ganas se acumulan. Es que a veces, aunque parezca una treta maléfica, suele servir: si hay distancia la pasión se dispara, a partir de la falta de costumbre en un cuerpo.

Juntos por siempre, de eso se habla. Sin embargo, ese pacto o compromiso no puede ser efímero, sino que se debe revalidar continuamente, sin cesar. No hay vueltas en esas cuestiones: decir sí por la eternidad no es algo que se da de una y para siempre. No: es decir cientos, miles, millones de veces.