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Poemas para Mamá: Ideales para el Día de las Madres

El Día de la Madre se aproxima y desde aquí queremos que expreses todo el amor a la mujer más importante de nuestras vidas. Por tal motivo, presentamos bonitos poemas para mamá en el Día de la Madre.

Los mejores poemas para mamá

Madre, llévame a la cama (Miguel de Unamuno)

Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.
No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquel.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.
¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.
¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver…
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.

Dulzura (Gabriela Mistral)

Madrecita mía,
madrecita tierna,
déjame decirte
dulzuras extremas.

Es tuyo mi cuerpo
que juntaste en ramo;
deja revolverlo
sobre tu regazo.

Juega tú a ser hoja
y yo a ser rocío;
y en tus brazos locos
tenme suspendido.

Madrecita mía,
todito mi mundo
déjame decirte
los cariños sumos.

Madre mía (Rafael Escobar Roa)

Cuando los ojos a la vida abría,
al comenzar mi terrenal carrera,
la hermosa luz que vi por vez primera
fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!
Y hoy que, siguiendo mi escarpada vía,
espesas sombras hallo por doquiera,
la luz de tu mirada placentera
ilumina mi senda todavía.
Mírame, ¡oh madre!, en la postrera hora,
cuando a las sombras de mi noche oscura
avance ya con vacilante paso.
Quiero que el sol que iluminó mi aurora
sea el mismo sol que con su lumbre pura
desvanezca las brumas de mi ocaso.

Obrerito (Gabriela Mistral)

Madre, cuando sea grande,
¡ay…, qué mozo el que tendrías!
Te levantaré en mis brazos,
como el zonda al herbazal.
O te acostaré en las parvas
o te cargaré hasta el mar
o te subiré las cuestas
o te dejaré al umbral.
¿Y qué casal ha de hacerte
tu niñito, tu titán,
y qué sombra tan amante
sus aleros van a dar?
Yo te regaré una huerta
y tu falda he de cansar
con las frutas y las frutas
que son mil y que son más.
O mejor te haré tapices
con la juncia de trenzar;
o mejor tendré un molino
que te hable haciendo el pan.
Cuenta, cuenta las ventanas
y las puertas del casal;
cuenta, cuenta maravillas
si las puedes tú contar.

Cómo no quererte mamá

Cómo no quererte,
si eres la razón de mi existencia.
Cómo no quererte
si me guías en camino justo.

Cómo no quererte
si aprendí de tus consejos.
Cómo no quererte
si diste toda tu vida por mí.

Cómo no quererte
si tú eres la más grande para mí.
Cómo no quererte
si de tu bello interior
me supiste cuidar y amar.

Cómo no decir
que eres mi adoración.
Cómo no entregar
todo mi amor de hija a ti.

Enseñarás (María Teresa de Calcuta)

Enseñarás a volar
pero no volarán tu velo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tus sueños.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirá tu vida.
Enseñarás a cantar,
pero no cantarán tu canción.
Enseñarás a pensar,
pero no pensarán como tú.
Pero sabrás
que cada vez que ellos vuelen, sueñen,
viva, canten y piensen.
¡Estará en ellos la semilla
del camino enseñado y aprendido!

Caricias (Gabriela Mistral)

Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar.
Si la abeja se entra al lirio,
no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar.
Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar.
El estanque copia todo
lo que tú mirando estás
pero tú en las niñas tienes
a tu hijo y nada más.
Los ojitos que me diste
me los tengo que gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar.

A mi madre (Rosalía de Castro)

Yo tuve una dulce madre,
concediéramela el cielo,
más tierna que la ternura,
más ángel que mi ángel bueno.

En su regazo amoroso,
soñaba…¡sueño quimérico!
dejar esta ingrata vida
al blando son de sus rezos.

Mas la dulce madre mía,
sintió el corazón enfermo,
que de ternura y dolores,
¡ay!, derritiéndose en su pecho.

Pronto las tristes campanas
dieron al viento sus ecos;
murióse la madre mía;
sentí rasgarse mi seno.

La virgen de las Mercedes
estaba junto a mi lecho.
Tengo otra madre en lo alto
¡por eso yo no me he muerto!

Así era mi madre (José Antonio Arana)

Mi madre globalizó la ternura
era enérgicamente dulce
daba órdenes con la mirada.

Predecía el estado del tiempo
dialogaba con las flores,
veneraba a las coníferas
y santificaba el agua,
fue discípula de la naturaleza.

Ella no se miraba en los espejos
decía que se veía en nuestros ojos.
Luego que nos amamantó
nos enseño a amar la vida
y a pararnos al caernos.

Mi madre andaba tras el tiempo
y cuando se fue, me dejó sus ojos,
los cerró y me los echo en el pecho.

Gracias mamá

Tu vientre mi primer hogar.
Nueve largos meses para conocer mi primer amor.
El tiempo pasó tan rápido,
que hoy son grandes recuerdos.
De lo que fue y sigue siendo tu amor.

Tu vientre mis primeros alimentos,
nueve largos meses para conocer mi mayor sustento.
Mis primeros pasos, mis primeras palabras, mi primer día de clases.
Un nuevo mundo.

Y tú como siempre allí presente.
Mi primer hogar, mi primer amor.

Hoy después de mucho tiempo ya tengo otro hogar.
Una esposa y dos grandes hijos.
Y tú sigues siempre presente,
como cuando di mis primeros pasos.

Como el primer día que dije mamá.
Ahora mis hijos son tus hijos.
Como no te voy a querer, como no te voy a amar.
Como no voy a luchar,
por darte una vida mejor.
Te amo, te amo, te amo, mamá.

La suerte de tener una madre en un poema (Julio Jaramillo)

Mi madre es un poema
de blanca cabellera,
que tiene a flor de labios
un gesto de perdón.

Cuando tras larga ausencia regreso
ella me espera,
me abraza como a un niño,
me besa con pasión.

Mi madre es pequeñita
igual que una violeta,
lo dulce está en su alma,
el llanto en el adiós.

Es dueña de mis sueños,
aunque no soy poeta,
los versos de mi madre
me los inspira Dios.

Que linda es mi madre
que suerte es tenerla
y dichoso al verla
feliz en el hogar.
Radiante de alegría
al lado de sus hijos
cuidando a sus nietitos
que santa que es mi madre.

Amor de madre (Amado Nervo)

Yo adoro a mi madre querida,
yo adoro a mi padre también;
ninguno me quiere en la vida
como ellos me saben querer.

Si duermo, ellos velan mi sueño;
si lloro, están triste los dos;
si río su rostro es risueño:
mi risa es para ellos el sol.

Me enseñan los dos con inmensa ternura
a ser humano y feliz.
Mi padre para mi lucha piensa y piensa,
mi madre ora siempre por mí.

Yo adoro a mi madre querida,
yo adoro a mi padre también;
ninguno me quiere en la vida
como ellos me saben querer.

Poemas Día de las Madres

La luz de la cocina (Gabriela Luzzi)

Con las ventanas abiertas la luz
artificial se escapa
pega en los paredones
y con una mano que junta dados
dentro de un cubilete
trae la voz de vecinos que nunca veo,
hace dos meses
en el departamento de al lado
nació una bebita
que llegó antes de tiempo,
hoy la escuché llorar
desde mi cuarto y me dio risa
porque pensé en
el carácter que tiene.
Este pensamiento me lo enseñó
una mujer que escuchó llorar a
mi hija y me habló de su carácter.
Cuando murió mamá
caminamos del brazo con mi prima
íbamos llorando y
ella dijo, seguro
tu mamá nos está
mirando desde el cielo
y se debe matar de risa de nosotras.

La madre triste (Gabriela Mistral)

Duerme, duerme, dueño mío,
sin zozobra, sin temor,
aunque no se duerma mi alma,
aunque no descanse yo.
Duerme, duerme y en la noche
sea tú menos rumor
que la hoja de la hierba,
que la seda del vellón.
Duerma en ti la carne mía,
mi zozobra, mi temblor.
En ti ciérrense mis ojos:
¡duerma en ti mi corazón!

Versos de la madre (Gloria Fuertes)

Cierra los ojitos,
mi niño de nieve.
Si tú no los cierras,
el sueño no viene.

Arriba, en las nubes,
las estrellas duermen;
y de abajo, en el mar,
ya sueñan los peces.

Mi niño travieso,
mi niño no duerme.
Pájaros dormidos,
el viento los mece.

Con sueño, tu sueño
sobre ti se extiende.
Ángel de su guarda,
dime lo que tiene.

Que venga la luna
que a la estrella mece;
que este niño tuyo
lucero parece.

Tú sabes mamita

Tu sabes mamita
cuánto te quiero
te lo he dicho mil veces
solo con besos,
pero hoy es tu día
y rompo el silencio
¡te quiero mamita!
así hasta el cielo.

La rosa
una bella flor
es mi corazón.
Delicada,
perfumada
con un bello color.
Me calienta el alma
con un fuego acogedor.

Tú, mamá,
siempre estarás.
y tendrás
mi corazón.
¡Yo soy esa rosa
que necesita de tu cuidado
y bello cariño!

Mi regalo para mamá

Le regalo a mi mamá
una sonrisa de plata
que es la que me alumbra mi cara
cuando de noche me tapa.
Le regalo a mi mamá
una caperuza roja
por contarme tantas veces
el cuento que se me antoja.

Le regalo a mi mamá
una colonia fresquita
por no soltarme la mano
cuando me duele la tripa.
Le regalo a mi mamá
una armadura amarilla
que la proteja del monstruo
que espanta mis pesadillas.

Le regalo a mi mamá
el lenguaje de los duendes
por entender lo que digo
cuando nadie más lo entiende.
Le regalo a mi mamá
una chistera de mago
en la que quepan mis besos
envueltos para regalo.

Gracias madre

Estoy escribiéndote hoy mis sentimientos
estoy enviándote en esta carta todo lo que siento.
Sé que puedo ser muy callado en cuanto a ellos
pero nunca lo duces, yo a ti te quiero.
Hoy quiero aprovechar para revelarte mi corazón
para decirte que sin ti no sería quién soy,
para agradecerte por todo el amor
que nadie como tú me dio.

Me ayudaste a dar mis primeros pasos
siempre que caí, me brindaste tu mano,
me alentaste cuando estaba cansado.
Y hoy me alegra que me veas triunfando.
Cada vez que me veo en medio de un dilema,
recuerdos los consejos que me brindabas,
me guío por tus sabias palabras
para enfrentar cada gran problema.

Y si por casualidad necesito un favor,
como tú no hay nadie mejor.
No hay nada imposible en este mundo,
cuando tú estás a mi lado.
Por eso en este día tan especial
solo quiero que sepas lo mucho que te amo.
¡Querida mamá!

Un ángel

Son tus manos la ternura,
tu regazo protección
tus palabras melodía,
que tranquiliza mi inquieto corazón.

Tu mirada que me arrulla
y tus besos el amor,
grandes alas que sostienen,
cual ángel que me brinda su sincero amor.

Madre, ángel de mi guarda,
dame siempre tu amor y protección
que en mi sueño y pensamiento,
yo te llevo, dulce amor.

Son tus ojos la ternura,
son tus manos mi calor,
tu sonrisa mi alegría,
madre, ángel de mi corazón.

El amor más grande

¡Madre tu amor es tan grande!
Tu tierno abrazo se expande
cobijando nuestro ser.
Acaricias las entrañas,
con consejos acompañas,
en un continuo crecer.

Tú eres bálsamo de la vida
al que siempre estaré unida,
en mi largo transitar.
Fabricante de esperanza,
siempre brindas la confianza,
¡eres tan sabia al hablar!

El calor de tus palabras,
lo que impulsa a que se abra
libremente el corazón.
Se deslizan tus caricias,
con verdad y con justicia,
¡diga eres de admiración!

Dios bendiga tu trabajo
que realizas a destajo,
brindado seguridad.
Valores has enseñado,
tantos lazos has creado
¡son para la eternidad!

Para ti son los claveles,
con corona de laureles,
por brindarnos siempre amor.
Resplandeces elegante,
la mujer más importante,
¡que creó nuestro Señor!

Ven madre a descansar

Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos
hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños,
a la luz de luciérnagas y áureos escarabajos
y la mágica ayuda de esos seres pequeños,
los gnomos que se visten con trajes escarlata
y brotan cuando alumbran las primeras estrellas,
que usan zapatitos con hebillas de plata
sin dejar en el musgo la marca de sus huellas.

Cantarán para ti la cigarra y el grillo,
ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines.
Y con las hojas muertas haremos un castillo
con muros almenados en oro y amarillo,
hasta que se deshaga por sobre los jardines
(en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines).

Mamá (Luciana Carelli)

Estaba oscuro.
Solo el rayo de la luz de tus ojos.
Me enseñaste a respirar
y tus entrañas acariciaban mi frágil cuerpo.

Soñaba con colores
y te imaginaba hermosa,
fueron nueve meses en un mundo rosa.

Crecí de a poco con tu calor
me alimentaba con tus caricias
y frases de amor.

El momento llegaba
iba a conocerte,
estaba muy protegida
con miedo de perderte.

Se hizo la luz
una mañana de febrero
mamá ahí estabas tú
tan maravillosa y tan dulce
como te había imaginado.

Aprendí con el correr del tiempo
y en mis andanzas peligrosas
de cada uno de tus consejos
valorados en cada acto
de mis diecinueve años,
y soñando cada vez
que me encuentro lejos,
con tus palabras
que envuelven mis vivencias
y acobardan los miedos
de mi juventud.