Pensar sobre la vida ¿Nos damos aires de filósofos? ¿Reflexionamos de vaguedades? ¿Algo sin sentido? ¿No tenemos los pies sobre las tierra? No, todo lo contrario: estamos más centrados que nunca. Porque si nuestra existencia es única, singular, emocionante, milagrosa (el único milagro humano), no hay sentido para no reflexionar sobre ella, sobre todo si esa cavilación tiene cierta funcionalidad positiva como progresar, mejorar, salir de una situación negativa. Todo según nuestros valores y lógica. Por eso, aquí anhelamos cooperar un poco y te presentamos bellas frases de la vida: cortas para reflexionar y pensar. Para tomarse un tiempo ante tanta rapidez.
Bellas frases de la vida cortas
Vivimos aconsejando a la gente no solo porque creemos, claro está, que lo necesita, sino por una certeza tan oscura que por ahí la desconocemos: pensamos que el mundo es un tanto cíclico.
Es que no tendría sentido una sugerencia o imperativo a seguir, si el camino del otro fuera diametralmente opuesto, una vida tan distinta como el agua y el aceite. En el fondo pensamos, sin embargo, que ese muchacho o muchacha recorrerá similares derroteros, se amargará por cuestión del estilo, yerrará y acertará.
Nunca viene mal pensar un poco; aunque al principio cueste.
El pensar es una auténtica gimnasia. Así como en los primeros días que nos dirigimos a esos recintos todo duele, también cuando nos volvemos metódicos en las cavilaciones hay un precio a pagar.
¿El consejo sirve o simplemente es una deferencia? Cada quien sacará sus propias conclusiones.
Pensar no solo sirve para modificar realidades injustas, sino que abre mundos insospechados.
Imperativo categórico: ser feliz.
El pensamiento es esa enorme bestia que no se amedrenta ante nadie, a la que no le está vedado ningún terruño.
Cultivar la azotea, pensar distinto, ir en contrapelo, salir de los canales áridos de la reflexión tonta planteada por los medios. No nos cabe duda que ese es el mejor camino.
Hay una gran diferencia entre quien hace el esfuerzo de cavilar sobre una materia y la otra persona que, sólo guiada por su ego, se intromete para disputar.
A la persona pensante siempre le gusta ir contra la corriente. Encuentra en su libertad de montaña, de alturas, un cielo cercano, amigo magníficos y una brisa fuerte. No cualquiera puede hallarse en esos paisajes, claro está.
La materialidad de la vida, la disparidad de los deseos y nuestra cordura en los pensamientos hace que los deseos puedan quedar truncos. Pero poco importan, porque solo erra el que hace. Se suele decir al respecto que si Dios bajara del Cielo no tardarían dos segundos en contradecirle sus fieles.
Yo dudo de mis convicciones solía decir Nietzsche. Un nihilismo al extremo en estas cuestiones puede llevar a que sintamos el pensamiento sea una verdadera máquina destructora, una que no deje nada en pie y se vanaglorie de ello ¿Estamos preparados para vivir ante tales movimientos? ¿O quedarnos, para el caso, sin casi ningún fundamento?
Elogio de la filosofía: madre de todas las disciplinas, pensadora incansables sin coto reducido, tal vez se haya olvidado todos de ellas; pero siempre está. ¿Algún día se vengará por la traición de sus hijos malditos? No lo sabemos.
Y si queremos ser pragmáticos, utilitaristas o personas sin rodeos, incluso el pensamiento sirve ahí.
Cualquiera puede tener una frase de cabeza. Y no solo por mero bagaje, ampliando nuestra alforja de saberes, sino como algo para llevar adelante en la vida.
En algún punto el pensar dejó de ser un arte de vivir, para convertirse en un mero pasatiempo. No sabemos el momento; pero eso realmente ocurrió.
